El martes hubo una de esas tardes extrañas, de un clima gris, enrarecido, una especie de melancolía eléctrica que es el momento previo a la tormenta. La realidad en cámara lenta frente a mis ojos, la Vida, como la sangre, como los pensamientos, fluyendo a través de mí...
Entonces fue cuando sentí está sensación que me aceleró el corazón, como ahora, al escribir, una fractura interior, con un sonido claro y fuerte, lleno de notas pretéritas. Con las primeras gotas de lluvia busqué refugio en algún lugar, en alguna vereda, donde no molestara a quienes circulaban y donde pudiera acomodar pluma y papel y escribir... A la una de la mañana, aún sentado en la calle, ahora en la oscuridad, puse nombre, al fin, a mi fractura...