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¡Buen Día, Vida!

Son las 07:00 de la mañana. Anoche me acosté a las 03:40 porque quería terminar de editar música. Ahora, mientras escribo, la razón de mi desvelo, me mira y se ríe...

Mi hija está cada día más grande, cada día menos bebé. Está a punto de emprender sus primeras caminatas, ha dado algunos pasos, pero aún no comienza a caminar. Cuando lo haga, ya será otra etapa y empezará a ser otra niña.

Es tan difícil hablar de los hijos... Como los amantes cuando se quedan sin palabras al querer expresar tantos sentimientos, así sucede si trato de verbalizar las emociones que despierta mi hija.

Me recuerda muchas cosas, todo el tiempo.

Cultivo la curiosidad desde muy pequeño, aún hoy, mucho es lo que me sorprende y fascina, lo más trivial sobre todo. Ella está comenzando a observar y tratar de comprender el mundo que la rodea y todo le produce sorpresa. Me recuerda con cada nuevo descubrimiento que el mundo es maravilloso, que las cosas son fascinantes e interesantes, aún aquellas a las que no prestamos atención, tal vez, porque nuestros ojos ya no miran desnudos de ideas o de prejuicios.

Pienso todo el tiempo en cómo le explicaré tantas cosas llegado el momento. Así como aprendí muchos conceptos y adopté ideas del mundo sin la influencia directa de las palabras de mis padres, sino de su diario actuar, así quiero que ella forme los suyos propios.

La Vida, como la veo yo, tan grande, llena de bellezas y pequeñas maravillas, no alcanza para soportar las hermosas sensaciones que me inundan cuando la veo crecer día a día, cuando descubro con ella que el mundo es como es, pero también como lo vemos; cuando al verla sonreír encuentro que es toda inocencia y que ella construirá su ser con las herramientas afectivas e intelectuales que nosotros, su madre y yo, le demos en el diario devenir de la existencia.

Siempre le tuve miedo a la muerte, la muerte no me gusta, no me cae bien, amo tanto la Vida y con tanta fuerza que la inevitabilidad de su encuentro me hace sufrir mucho. Pero desde que Lara llegó, las emociones cambiaron.

La muerte es la única certeza de la existencia, todos los animales nacemos y morimos, las estrellas lo hacen, y el Universo lo hará.

Pero Lara es Vida también, una porción enorme de mi Vida que ofrecí con un amor que no puede expresarse inteligentemente. Mi hija es quien me recordará, es quien pensará en mí cuando yo ya no esté. Y sólo por eso, ya vale la pena haber nacido. Ella es y será porque su madre y yo hemos sido y somos.

Algún día leerá cuanto he escrito, incluso, quizá, esto mismo. Todo he hecho y todo hago con consciencia de ella, desde escribir música hasta respirar. Ella no es sólo producto de nuestro amor, que es también instrumento de la naturaleza para perpetuar la especie, también es producto de nuestras experiencias y de nuestras ideas conscientes, es la síntesis de millones de años de evolución natural y de evolución humana y eso la convierte en un ser único, como cada uno de nosotros, porque en cada uno se resume la humanidad entera.

Para nosotros, más que ningún otro, tal vez, porque ella es la Vida.

Nuestra Vida.