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Desnudo

Un escrito mí­o que data de 1997 y que recordé anoche cuando, por alguna razón, lo relacioné con mis reflexiones sobre la madurez. Después de buscarlo un rato, lo encontré en un CD que tení­a por ahí abandonado.

Desnudo
Algo, evidentemente, nos empuja.

Tal vez ha llegado el momento
de comprender otras verdades,
de saborear otras noches, encontrar otros metales,
desnudarse: en otras lluvias, en el cauce de tanta muerte,
en la marea de todas nuestras tristezas,
frente a frente en el desconocimiento.

Se amontonan todos los gritos
en un rincón oscuro, sangriento,
a cada día sus respectivas frustraciones,
como todas las noches sumadas del desencuentro
en compañí­a de los vací­os de nuestras bocas.
Palabras desbocadas, hambrientas jaurí­as de sentimientos,
ecos de hielos ajenos que nos traspasan la lengua,
y este frí­o violento, y esta mano indefensa.

Abiertas están las venas de nuestros ojos.

Se desliza suave la idea de asumir finalmente
que todas nuestras personalidades
terminarán por desplazarnos en un fango paranoico,
ví­ctimas de las esquizofrenias electrónicas
que incuba esta anti-Naturaleza,
ley de leyes en la ciudad.

Alguien debe escuchar el llanto,
la profunda queja de nuestra verde carne.

Montañas de inviernos burocráticos,
pasiones de cenizas, digestiones de humo.
Los silencios engendran peligros
cuando los vomitan tantas máquinas,
sobre la piel gris de este cementerio,
donde yace aplastada una paloma y su sangre,
una rosa abortada en el vientre
de un amante ya consumido,
sobre vapores melancólicos,
entre heridas matemáticas y cí­rculos de voces,
canciones desgarradas por navajas de piedra,
fiebres de plástico, amores de acrílico.

Una lágrima de vidrio va rodando por lo simple,
mutilando el susurro de un niño desnudo
que anhela el cálido fuego de la mañana.
Las agujas giran alrededor del reloj,
constantes, iguales, ya sin sentido.

Y el tiempo son las marcas de esas horas
y es siempre el mismo y nunca gira...

... pero dormimos tranquilos
en el naufragio del sueño,
en la ilusión de que es el tiempo,
y no nosotros,
el que pasa.