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Sobre Mis Creencias

Vengo escribiendo y reflexionando hace unos dí­as sobre este tema y por fin he decidido publicarlo.
Después de haber vagado largamente entre religiones, dudas y evidencias, y tras mucho razonar y meditar, me encontré frente a una realidad objetiva, ni triste ni feliz: Soy ateo.



Ateo significa, literalmente "Sin dios", y se refiere a toda persona que deliberadamente, es decir, por voluntad propia, niega o no cree en la existencia de entidades sobrenaturales, dioses, espíritus, más allá, etc.
Actualmente se diferencian dos clases de ateí­smo, el ateí­smo débil y el ateísmo fuerte. El primero no cree en la existencia de un dios. El segundo, al que suscribo, cree que no existe ningún dios y, aunque suene parecido, no es lo mismo no creer que creer que no existe.

Otro error que suele cometerse es el de confundir ateí­smo con agnosticismo, que es la doctrina que niega total o parcialmente la posibilidad de conocer el mundo. El agnóstico sostiene que no existe evidencia para saber si un dios existe o no. En realidad, y como lo indica la raíz de la palabra, niega el conocimiento y lo limita a la experiencia sensual o empí­rica. ¿Qué quiere decir esto? Que el agnóstico no va más allá de las sensaciones, se detiene más acá de los fenómenos al negarse a ver nada fidedigno fuera de las sensaciones. Pero el agnosticismo se puede refutar con contundencia con la práctica y la experimentación científica.
No poca gente asume que el que no crea en la existencia de dioses implica que no crea en algo. Algunas personas me han preguntado cómo he sobrellevado situaciones muy penosas o cuál es el sentido de la Vida o para qué estamos si no creo en algo superior a la Naturaleza.

No me ha hecho falta recurrir a ninguna entidad extranatural en situaciones de dolor y pena. He estado con los que quiero y eso me ha reconfortado.

La Vida es. Con o sin nosotros. La Naturaleza no manipuló las condiciones dadas en determinado momento de la evolución con intención de que el animal humano apareciera, sino que el hombre se adaptó a ellas. Si la especie humana no hubiera sido capáz de acomodarse a las circunstancias naturales, hoy no poblarí­a la tierra y probablemente nuestro planeta estarí­a dominado por otras especies animales con mejores capacidades adaptativas.

Por eso mismo, creo en el sinsentido de la existencia. Cada sujeto construye una idea a partir de sus experiencias y conocimientos adquiridos. Es de esta manera que cada quien forma su propia concepción acerca del sentido de la Vida, misma que puede, y debe en realidad, ir variando a medida que va madurando.
El otro motivo por el cual puedo decir que soy ateo es porque he sido teísta (como muchos ateos) en algún momento de mi Vida. Entonces tampoco resolvía mis conflictos emocionales y mucho menos los intelectuales.
Además, y en virtud de lo que podemos ver diariamente, podrí­amos pensar que, de existir un dios, la realidad hablarí­a muy mal de él.

Me doy cuenta que con el paso del tiempo, mi posición respecto a la existencia de seres superiores se ha vuelto más radical.

Desde de el punto de vista de la lógica, desde el único que deberí­a tratarse este tema, quien hace una afirmación es quien debe presentar evidencia objetiva para sostener aquello que afirma. Los teí­stas afirman que existe un dios pero no tienen más prueba que la de su propia fe.

¿Qué es la fe? "Es la virtud teologal mediante la cual creemos firmemente lo que Dios ha revelado y la Santa Iglesia nos propone como verdades que hay que creer". Se puede decir también que es la creencia profunda en algo que no tiene sustento.

De cualquier forma, la fe que pueda practicar una persona no es prueba suficiente de la existencia de algo.
La religión católica sostiene la existencia de su dios a partir de la Biblia. Para quien no la haya leí­do, recomiendo su lectura. En ella existen tantas contradicciones y está tan mal redactada o traducida que llegar al final es verdaderamente el cumplimiento de una penitencia.

De ella me sorprenden algunas cosas:
Tiene dos partes, el Antiguo y el Nuevo Testamento.
El primero muestra a un dios de una crueldad que no tiene parangón. Mi padre me contaba que cuando era chico intentó contar las ví­ctimas de la ira del dios de los cristianos según se van sucediendo las distintas masacres en el Viejo Testamento y que después de contar por varios miles renunció a tan tremenda tarea.
Una de las cosas más llamativas, es que es el dios el que obliga a los judíos a creer en él por medio de coerciones varias, no es que lo eligen "libremente".

El segundo Testamento, el Nuevo, es más "tranquilo" y es en el que se cuentan historias de Jesús y sus supuestas enseñanzas. Digo supuestas porque éste fue redactado mucho después de la desaparición de Cristo y sus discí­pulos y es una acumulación de anécdotas que probablemente hayan tergiversado el verdadero papel de Jesús en la historia.

Todos y cada uno de mis actos han sido y son producto de la razón, no concibo otra manera inteligente de conducirme. Claro que puedo equivocarme, he cometido muchos errores en lo que va de mi existencia y seguramente cometeré unos cuantos más, es la forma en que la humanidad se ha desarrollado, el método de prueba y error.

Han transcurrido dos mil años de religión cristiana y aún no han habido evidencias concretas y objetivas de la existencia del dios de los católicos. Me refiero al cristianismo porque, además de ser la religión con mayor número de adeptos (se calcula que son 1833 millones de personas, poco más del 30% de la población mundial) también es el sistema religioso que más crí­menes ha cometido y es el que ha causado el mayor retraso intelectual y tecnológico de la historia.

A aquellos que deseen ahondar en el tema, les dejo unos ví­nculos para que investiguen:
Universo Ateo, donde pueden encontrar todas las refutaciones lógicas, documentadas y racionales posibles a la afirmación de la existencia de una divinidad;

Herencia Cristiana, sitio donde se documenta extensamente la historia de los crímenes cometidos por la religión católica y sus representantes.

Ser ateo, y por consiguiente, rechazar las explicaciones divinas sobre la existencia y el devenir de la Vida, fortalece la curiosidad, favorece el ejercicio de la razón y promueve la investigación y la búsqueda de razones lógicas para todos los sucesos físicos e intelectuales.